La falta de tiempo me obliga a torturaros con un texto de años ha, concretamente de marzo de 2007. ¡Allá va!
¡¡Vamos!! Venga, ¡¡muévete de ahí!! No seas perezosa... ¿O te ocurre algo? Hacía semanas, incluso meses, que no le apetecía darse un baño de tinta, su madre estaba preocupada, temía por la salud de su hija... Nadie sabía qué le ocurría. Lo habían probado todo; todo tipo de estrategias pedagógicas y de nada sirvieron.
Estaba tan angustiada que ya no le apetecía "crear". Era demasiada responsabilidad para ella... Sus palabras no dejaban de ser actos y podían causar desastres inconmensurables. No estaba dispuesta a que volviera a ocurrir. No se alimentaría más de tinta. No caminaría jamás por senderos de papel. Su decisión era irrevocable.
Meses después la literatura estaba en peligro de extinción. Todos aquellos cuentos que habían hecho disfrutar a tantos niños en el mundo entero serían los últimos. A partir de ellos no habría futuras generaciones. Las plumas estaban en huelga de hambre. Los papeles humedecidos de tanto lamentarse y los tinteros cercados por el vacío.
No fue por mucho tiempo: la máquina de escribir se reprodujo a velocidades exorbitantes. Ahora quedan algunos restos arqueológicos en algunos puntos del planeta, sin embargo, su entrada está vetada al público. Se dice que aún queda alguna pluma en vida, pero la tortura es su pan de cada día. Las máquinas temen nuevos cuentos, nuevos mundos posibles, nuevos sistemas, porque hasta ahora sólo se habían limitado a reproducir lo ya escrito, lo ya existente.
Y en mi afán por compartir, prUtotípico en estas fechas (todo sea por no despertar a los espíritus dickensianos), os dejo con unos vídeos de Apocalyptica, para que flipéis un rato con versiones de Sepultura y Metallica a golpe de chelo...
¡¡Vamos!! Venga, ¡¡muévete de ahí!! No seas perezosa... ¿O te ocurre algo? Hacía semanas, incluso meses, que no le apetecía darse un baño de tinta, su madre estaba preocupada, temía por la salud de su hija... Nadie sabía qué le ocurría. Lo habían probado todo; todo tipo de estrategias pedagógicas y de nada sirvieron.
Estaba tan angustiada que ya no le apetecía "crear". Era demasiada responsabilidad para ella... Sus palabras no dejaban de ser actos y podían causar desastres inconmensurables. No estaba dispuesta a que volviera a ocurrir. No se alimentaría más de tinta. No caminaría jamás por senderos de papel. Su decisión era irrevocable.
Meses después la literatura estaba en peligro de extinción. Todos aquellos cuentos que habían hecho disfrutar a tantos niños en el mundo entero serían los últimos. A partir de ellos no habría futuras generaciones. Las plumas estaban en huelga de hambre. Los papeles humedecidos de tanto lamentarse y los tinteros cercados por el vacío.
No fue por mucho tiempo: la máquina de escribir se reprodujo a velocidades exorbitantes. Ahora quedan algunos restos arqueológicos en algunos puntos del planeta, sin embargo, su entrada está vetada al público. Se dice que aún queda alguna pluma en vida, pero la tortura es su pan de cada día. Las máquinas temen nuevos cuentos, nuevos mundos posibles, nuevos sistemas, porque hasta ahora sólo se habían limitado a reproducir lo ya escrito, lo ya existente.
Y en mi afán por compartir, prUtotípico en estas fechas (todo sea por no despertar a los espíritus dickensianos), os dejo con unos vídeos de Apocalyptica, para que flipéis un rato con versiones de Sepultura y Metallica a golpe de chelo...
Tienen más cositas por ahí muy muy dignísimas de ovaciones varias, asíN que si os ha gustado el tentempié os recomiendo encarecidamente que investigéis un poco...