25.10.09

petit comité monztruítico

El martes uno de los monztruoz de mi armario se fue. Se le había quedado pequeño. Le hicimos una fiesta de despedida. Sin llantos. Una fiesta por todo lo alto. Hasta se dejó poner una guirnalda de flores en la cabeza. Qué bonita quedaba en su crin, entre esos dos cuernos con volutas. Y es que cuando las cosas se hacen con cariño hasta los monztruoz azules se pasean pletóricos con una guirnalda de flores en la cabeza. Y eso que es abstemio.

Después de la fiesta agarró su diminuta maleta y salió por la puerta principal, aun con la guirnalda en el cogote y se fue sin tan siquiera voltear la cabeza. Mejor así. Tal vez una lágrima de esas algo traviesas hubiera desatado una tormenta. Y es que a un monztruo azul no se le debe hacer llorar; puede poner en peligro no sólo la entereza de una, sino también su hogar. Una sola lágrima es capaz de anegar un armario de 5 metros cuadrados, imaginad unas cuantas de ellas… Tendríamos que desalojar la casa entera. Así que por el bien de los otros seres que habitan mi cuarto y el de mis compañeros de piso, el perro, las gallinas, los gateles y todas las motitas de polvo que pueblan el lugar, fuimos capaces de reprimirnos y brindarle sólo una sonrisa antes de que se diera media vuelta.

En fin, las despedidas son siempre complicadas. Y más si se trata de monztruoz azules. No ha pasado ni una semana y me da la sensación de que hace ya un mes. Y es que han sido muchas las vivencias compartidas. Todavía recuerdo la noche que apareció por la puerta de mi armario con ese rugido ridículo. No pude hacer otra cosa que reír como hacía tiempo que no reía. Y es que aquella época fue difícil para mí, como cada otoño, pero eso es otra historia. El grandullón pasó del supuesto bramido a los sollozos. Fue entonces cuando descubrí lo imprudente que es tener a un monztruo azul disgustado. Toda la ropa empapada, el suelo con un palmo de agua… Un desastre. Al principio no supe reaccionar, pero aún con mi falta de tacto, pude detener el llanto a tiempo e incluso arrancarle una tímida sonrisa. Y así nos conocimos.


 Ilustración cedida por Maese SolAnus, el excelso pintor del palacio monztruítico...

Después del incidente estuve una semana en cama moqueando y no sé cómo se enteró, pero vino a visitarme entre disculpas y chocolate (¡Milka! Mmmmm…). Desde un buen principio supo hacerme feliz con poco. Aun habiéndome recuperado las visitas no cesaron, más bien al contrario. Primero una vez por semana, después cada tres días, hasta que un día, por casualidad, descubrimos un falso suelo en el armario. Más que falso, es en cierto modo infinito, pues es todo lo grande que uno quiera imaginar. El paraíso de todo monztruo de grandes proporciones vamos… Así que acabó instalándose en él definitivamente.

Y de eso hace ya un año. Un año de noches con sueños compartidos, con charlas hasta bien entrada la madrugada, con clases magistrales de gruñidos, con un puñado de viajes improvisados entre nubes de humo, con carcajadas injustificadas hasta que duele el estómago y también con alguna discusión estúpida que otra… Y es que en el fondo me encantaba llevarle la contraria… Por testarudo y orgulloso. Y aún así, míranos, nunca tendremos que recordarnos, porque esas y muchas otras pequeñeces no nos permitirán olvidarnos.
Así que… Como sabemos cuánto desea descubrir nuevos armarios, estamos contentos,  pese a extrañarlo, a él y su pancita blandita… Qué siestas hacíamos en ella… Sobre todo en invierno, entre esa cabellera celeste tan y tan cálida, tan y tan suave, que tantas horas nos llevaba peinar...
Su ilusión es llegar al Armario Inefable… ¡Feliz viaje, Ainamsat! A ver si lo logras, pero sobre todo, sobre todo, no permitas que tu meta te ciegue. Disfruta y aprende de cada paso del camino, de cada rugido compartido y si estás triste, no te sientas mal y si te apetece llorar, llora hasta quedarte dormido… Eso sí, a poder ser en algún espacio abierto y seco.
¡¡Muchos mocos para ti!!

Ésta siempre le gustó muchísimo... Se ponía a bailar como un loco, estuviera donde estuviera. La verdad es que el mucabrón tenía clase bailando... Algo consiguió enseñarme, y eso que soy arrítmica... ¡Ahí va!

12 comentarios:

  1. Hay veces que hasta los monstruoz azules que viven en nuestro armario acaban mudandose. Problemas de inundaciones aparte, me ha encantado el relato.

    Te daria iba a mandar un beso, pero casi te mando una tableta de milka que te hará mas ilusión ;D

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  2. ejem... El daria esta claro que era parte de la construcción de otra frase. Y es que conmigo uno sabe como empiezan las frases pero nunca como van a acabar.

    Así que probemos otra vez:

    Te iba a mandar un beso, pero casi te mando una tableta de milka que te hará mas ilusión ;D

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  3. A veces mato monstruos, otras veces los acojo en mi armario. Adoro el azul.

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  4. de mi armario sólo sale polvo (y maricones)

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  5. muñequita, quisiera por un día tener tus dotes de escritora.........me encanta tu historia!!!

    besos MIL !

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  6. Me han recomendado vehemente tus monztruitos y tienen razón. Por otra parte no se que hubiera sido de mí,sin mis monztruitos conviviendo con mis fantazmas,en el fondo de mis armarios.

    Salutacions

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  7. Lo de mojón del vallés me ha llegado al alma. Imagino que empezará por C... no?

    Y los monstruos de debajo la cama...buuu!

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  8. Yep!!!! soy Isaac (Juanito Ventolera del flog) he hecho un blog y la idea a lo meor te suena de algo... pásate y me dices algo.

    ¡¡saludos para ti y tu magnífico y estúpido tugurio lleno de monztruoz!!

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  9. lo que te decía del blog -gran cabeza la mía-

    http://elgrancajondesastre.blogspot.com/


    me parece que con el link ya se ha descubierto el pastel no?

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  10. colaborativo como antaño... un intento de recuperación.

    En cuanto a la publicidad, siempre y cuando alguien clique, me llevo unos dinerillos pa mi saca, que menos que tener morro... es muy poco estético y ético pero, para que la quiero.

    Enviam alguna cosa i el publiquem.

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  11. Fuera de mi entorno virtual estoy a la caza de un trabajo (esta tarde tengo una entrevista), he abandonado las aulas de filosofía y letras, y el bar también, y este año volveré a hacer la selectividad para poder pasar a magisterio. La verdad es que me dio un brote nihilista en lo que respecta a todo lo que envuelve la carrera de filología hispánica (profesores como Montse Amores, unos excelentísimos compañeros de clase, por los que, desgraciadamente, no sentía ningún aprecio -excepto alguna excepción que confirma la regla-, exámenes jodidos y vagas varias, pero siempre de los mismos), que amilanó profundamente mis ánimos.

    Y así estoy, con una mano delante y otra detrás, esperando poder cursar magisterio y meterme a funcionario en un colegio público.

    Y tú?

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¡Mierda! Se me olvidaba, copón...